Aunque el relato principal corresponde al año 2009, en el 2022 regresando de la comarca de Las Hurdes, nos adentramos de nuevo por esta zona y como siempre con el transcurso de los años la mirada es distinta, recojo aquí mis impresiones y actualizo información, añadiendo unos pequeños datos sobre Vilar Formoso en Portugal y Ciudad Rodrigo.

Ciudad Rodrigo. 2022.

Rumbo a Vilar Formoso desde la comarca de Las Hurdes en Cáceres, la carretera llanea y tras dejar un par de pueblines, circulamos entre hermosas dehesas salmantinas. Nuestro destino de hoy era Vilar Formoso, en la frontera con Portugal. 

La hora nos permitió detenernos para y dar un paseo por Ciudad Rodrigo. Estuvimos hace muchos años  camino a Portugal, pero entonces únicamente  comimos con mis padres en el Parador Nacional. Les hizo mucha ilusión. Ahora que no están me entristezco pensando en que deberíamos haberlo hecho más veces. Ahora,…que ya no están. 

Aparcamos junto a la muralla tras pasar un arco de acceso más que justo. Vi una señal verde en el suelo miré si había algún cartel o algo que insinuara que tenía que abonar el aparcamiento, pero no lo encontré. 

Así que dejamos la autocaravana y  tras atravesar la muralla, caminamos por   una bonita y limpia calle hasta llegar a su hermosa plaza mayor, amplia, luminosa, ordenada y de allí, paseando por calles de “piedra” con elegantes y sobrios edificios, llegamos a la catedral. Nos pidieron cinco euros por entrar y hace ya tiempo que nos negamos a pagar por entrar en iglesias o catedrales, así que nos asomamos a la muralla y regresamos sobre nuestros pasos con la sensación de que Ciudad Rodrigo era una bonita ciudad en la que merece la pena descansar y dedicarla unos minutos para saborearla y conocerla.


Pero al llegar nos encontramos con un regalo: una multa de 60 euros por no poner el ticket de aparcamiento. Encontré, ahora sí, un parquímetro. Sin pensarlo mucho me acerque a leer. Informaba de que las multas no se podían anular pero había un teléfono  y yo no me rindo fácilmente así que  llamé. Tengo que decir que fueron más que amables. Hacia tan solo seis minutos que nos la habían puesto y aunque no  se podía, me dieron instrucciones para anularla desde el mismo parquímetro. Abonamos  cinco  euros, les dimos a ellos todos los datos que introducíamos en el parquímetro  y salió un ticket que confirmaba la anulación. Menos mal. 60 euros son muchos euros. Nos dijo que estaba señalizado, pero no encontramos señal alguna que indicara que era una zona “hora” o similar.

Ahora ya rumbo a Vilar Formoso en Portugal, en la frontera con España. Todos los primeros sábados de mes se celebra un gigantesco mercadillo de todo lo pensable, así que hemos puesto rumbo para conocerlo y mañana regresaremos a España a la Sierra de Francia, a las Batuecas.

En Vilar Formoso encontramos un sitio estupendo donde aparcar junto al río, pero al preguntar a una vecina nos dijo que el mercadillo llegaba hasta allí, que era el más “grande del mundo”, así que no tuvimos más remedio que regresar al área de autocaravanas por la que habíamos pasado antes, 5 euros, más 2 por agua y 5 por la  luz.  Estábamos a unos 200 o 300 metros del comienzo del mercadillo.

Tras comer y descansar un poco nos acercamos al próximo Intermarché a comprar algo de fruta y ahora ya, a las 20,45 hora española o 19,45 hora portuguesa, el sol se ha puesto y en poco llegará la noche. Estamos unas cuatro o cinco autocaravanas, todas francesas excepto una holandesa.

La mañana del sábado 2 de abril, es fría pero muy luminosa. Desayunamos sacamos a Tulita y nos dirigimos al mercadillo.

Llegamos a la calle en la que ayer inicialmente aparcamos y lo primero que encontramos nos impresiona: se mezclan puestos de frutas, quesos, pan y dulces, gallinas y pollos, y otros preparando las brasas para cocinar carnes distintas, herramientas, ropa…

Salimos a lo que parecía  la calle principal donde este  mercadillo se abría a derecha e izquierda. Nos decidimos por la izquierda. Aquí abundaban sobre todo los puestos de todo tipo de ropa mezclados con otros de ropa del hogar como toallas, sabanas, edredones, mantas… hasta llegar al final. No encontramos nada destacable distinto a lo que podríamos encontrar en cualquier otro mercadillo de España. Así que decidimos regresar sobre nuestros pasos y llegados a donde comenzamos ascendimos por el lado derecho y encontramos más de lo mismo.

Yo me sentí algo decepcionada. Había oído o leído o a lo mejor lo imaginé, que vendían de todo, hasta animales. Animales hay, pollos y gallinas, un puesto, pero nada más y lo demás sin destacar y el tamaño, si el mercadillo de Majadahonda  que se distribuye en seis  calles cortas lo estiramos en una, el tamaño sería más o menos similar.

Una vez arriba intentamos llenar el cierto vacío que nos había dejado este “grandioso mercadillo” yendo a la zona de las tiendas de la ciudad, como hace 35 años.  Otra vez para arriba hasta llegar  a la peculiar estación del tren, que merece la pena una visita corta, para tomar la que supuestamente era la calle de los comercios. Y…no era lo que recordábamos. Entonces había muchas tiendas, ahora no más de tres  o cuatro, pequeñas…No merece la pena, así que con nuestra frustración aumentada, regresamos por otra calle que desembocó de nuevo en el mercadillo.

De regreso compramos  alguna que otra cosilla y unos cuchillos que  era lo que principalmente quería. Los primeros que compré, y hablo de más de quince años, todavía sobreviven.  Son útiles y de buena calidad pero los últimos que compramos en Vilar de Santo Antonio hace unos cinco o seis años nos costaron 1 euro ahora. Ahora su precio casi se había triplicado: 2,50. 

Miranda del Castañar 2009

Comenzamos nuestro recorrido por este rincón de Salamanca por Miranda del Castañar
para continuar por Mogarraz, que nos sorprendió por su arquitectura y por donde pudimos pasear practicamente en solitario
Mogarraz 2022

De regreso a la autocaravana pusimos rumbo directo a Mogarraz en la sierra de Francia. Tentaríamos a la suerte a ver si encontrábamos donde aparcar, que sabíamos que era difícil. Si no lo conseguíamos, haríamos un intento mañana e incluso el lunes a primera hora en que no habría nadie.

Así dejamos la autovía para recorrer las carreteras que circulan entre robledales aun desnudos de sus hojas, para dejar atrás la Alberca, muy concurrida hoy, y continuar a Mogarraz.

Una vez allí, ningún sitio. Solo dispone de un aparcamiento público pequeño y que estaba hasta la bandera y luego ya a lo largo de la carretera. Así  que atravesamos la localidad para dirigirnos al mirador de la Peña de la Cabra  a un  kilómetro o poco más .  En nuestro camino, localizamos un apartadero grande en la carretera a unos 500 metros del pueblo y pensamos que allí podríamos dejar aparcada la autocaravana para visitar esta localidad.

Una vez en el mirador nos asomamos a una pista de cemento corta que  descendía y terminaba en una plataforma con unas vistas maravillosas  dominando una gran extensión verde que terminaba con lo que parecía la sierra de Gredos teñida de blanco. Allí comimos y descansamos un poco para intentar de nuevo visitar Mogarraz.

Aparcamos donde habíamos previsto,  pero al llegar a la entrada de la ciudad vimos que había hueco suficiente y como no nos gustaba mucho dejarla tan solitaria, la trajimos de vuelta y con nuestra peluda, que por la mañana no nos había podido acompañar, nos fuimos a visitar este pueblo.

Y resulto ser una autentica belleza. Habíamos estado  dos veces en la Alberca y no comprendo cómo se me pudo pasar un lugar tan hermoso y único como este. Había visto alguna foto y lo tenía anotado pero luego nuestro hijo David lo había visitado recientemente y dio fe de la belleza del lugar.

Y tanto que no lo comprendía que cuando miré el relato que hice entonces descubrí para mi completa perplejidad, que sí habíamos estado paseando por aquí y por Miranda del Castañar y en San Martín del Castañar también, lo que tengo completamente borrado de mi memoria.  Estas cosas me llenan de tristeza ya que el olvido condena a la ignorancia, a no haber estado aquí, nunca.

Todo el pueblo es un museo vivo. Está muy bien conservado, calles empedradas y casas de piedra adobe y madera, con balcones de madera, decorados con plantas...La armonía protagoniza cada rincón, cada fachada, todo está cuidado al detalle. Parece el mejor pueblo francés de los declarados de los “más bellos de Francia”. Nosotros hemos copiado esa estupenda idea y Mogarraz está declarado de los más bellos de España. Y vaya si lo es. Tiene además la peculiaridad de tener sobre sus fachadas los retratos de los que fueron sus habitantes aunque un lugareño nos confiesa que “algunos lo son y otros no” que lo hizo un pintor local con los negativos de las fotos del carnet de identidad. Es una idea muy original que dota de personalidad única a este sitio, por si ya de por si no la tuviera.

Pero viendo las fotografías de años atrás percibo considerables diferencias, la primera de ellas es que entonces no estaban los retratos de los vecinos y la segunda es que el pueblo está muy mejorado.  Parece más limpio, más luminoso, más cuidado con plantas que adornan muchos rincones y añaden una nota de color al lugar.  Si comparamos las fotografías de ahora con las de entonces quizás lo que más resalta es el color, la limpieza, la “alegría”, en franco contraste con los colores ocres y oscuros que predominan en las anteriores. 

Me dejé engullir por sus calles, atrapar por su belleza, por su serenidad, armonía…caminamos sin rumbo fijo solo guiados por nuestros ojos, introduciéndonos por callejones, rincones, y calles llenas de encanto y personalidad. Me sentí atrapada en el lugar y en el tiempo. Sin prisa, sin rumbo…temí hasta perderme porque era más grande de lo que pensaba, pero no fue así.  La luz del día ayudaba a resaltar aun más la belleza de todos sus rincones. Lo único negativo a destacar, que había bastante gente, aunque dejadas las calles principales, comenzaron a disolverse.

¡Y cómo ha cambiado todo!. El fácil acceso a internet ha descubierto rincones al gran público que antes eran conocidos por pocos. Todo se ha popularizado, todos tenemos acceso fácil, todos queremos llegar y ver. Y como todo en esta vida, tiene su punto positivo, pero también negativo.

Tras disfrutar de nuestro paseo por el tiempo regresamos a nuestra autocaravana. En un principio habíamos pensado dormir en el área de la Alberca. Pero hoy seguro que habría gente así que como casi estamos pasando de “lobos solitarios” a algo  “insociables” decidimos poner rumbo a Sequeros a un aparcamiento en una ermita donde la gente decía que era un lugar tranquilo y agradable.

Y aquí estamos ahora, aunque nos hemos equivocado y si debíamos de haber llegado a la ermita de la Virgen del Robledal, nos hemos desviado a la derecha y hemos llegado a una gran explanada con viviendas unifamiliares sobre una pequeña loma a nuestra izquierda. Yo me he quejado enérgicamente, pero Angel ha dicho que era un buen sitio y tarde ya, así que pasando ya de las 19 horas hemos decidido quedarnos.

Sequeros 2022

La mañana del domingo, 3 de abril, al igual que la de ayer, es muy fría, pero luminosa. Nos acercamos a Sequeros a poco más de kilómetro y medio de aquí.

A las 10 de la mañana podemos elegir donde aparcamos. Descendemos por una de sus calles y descubrimos un hermoso conjunto arquitectónico. Pequeño, no es tan grande como Mogarraz ni como otros de la zona pero tiene rincones bonitos y sobre todo, auténticos y cuando utilizo este calificativo me refiero a que aún se ven muchas casas sin restaurar. Y es que pese a que restaurar es necesario, siento como si se esto “contaminara” la autenticidad de un lugar.

La plaza atrae  mi atención pero sobre todo  y especialmente, porque en su centro hay una fuente oxidada en desuso casi clon de la que un día me provocó un accidente en Santa Maria del Arroyo, en Avila, el pueblo de mi madre. La rueda con la que se sacaba agua, se me escapó y la manivela me golpeo un poco por debajo del cuello. No recuerdo los años que tendría, era una niña. Mis abuelos cuidaban de mi pero aquella mañana me dejaron en la cama y marcharon a algún sitio, no sé si al monte y yo, -que debí de ser un dolor para todo el que se tenía que hacerse cargo de mi porque era inquieta y muy activa-, me desperté y no sé cómo, fui a parar con una vecina y con ella me acerqué a la plaza a sacar agua del pozo.  Entonces el pueblo no tenía agua corriente y había que acudir a los pozos y a las fuentes a recogerla.  No recuerdo dolor solo la cara de susto de la vecina cuando me vio a mis abuelos en la carretera intentando parar un coche que nos llevara a un médico. Hablo posiblemente de finales de los 60  o principios de 1970 donde tener coche era un lujo al alcance de muy pocos. Un turismo nos llevó al cercano pueblo de Padiernos a 12 kilómetros del nuestro a tan solo 8 o 9 de Avila,  donde un médico, supongo que la mejor de sus intenciones, me hizo una costura que pareció hecha con la mano izquierda -siendo diestro- y cinco puntos que intentaron cerrar el “boquete” (no me dejaron verlo) que me había producido el golpe, se convirtieron en una cicatriz que parecía una quemadura deslavazada y que me ha acompañado toda mi vida. Antes no me gustaba, ahora, me da lo mismo.

Y es curioso pero en los más de 50 años desde que ocurrió este accidente no había vuelto a ver una rueda como esta, hasta ahora. Parecía como si al igual que en el cuento de la bella durmiente con las ruecas, hubieran sido escondidas todas.




Pero después de este inciso, continuamos con nuestro paseo prácticamente en solitario por las calles de esta localidad, descubriendo rincones hermosos, llenos de sabor,  en particular hay otro lugar a destacar  además de la plaza, el conjunto que forman la iglesia con el ayuntamiento, con dos campanarios enfrentados, el primero para llamar a misa y el segundo para llamar a los vecinos a reunión. Un enorme porche que resiste el paso del tiempo los protegía de las inclemencias meteorológicas.

La Alberca 2009

De Mogarraz nos encaminamos a nuestro destino por hoy: La Alberca
donde nos sorprendió la gran cantidad de gente que llenaba sus calles y que impedía andar. Parecía la puerta del Sol de Madrid a las 12:00, lo que restó encanto y belleza al lugar
La plaza mayor es quizás el sitio más destacado de este bonito lugar
Decidimos pasar la noche en el area para autocaravanas de La Alberca, a la salida, pero muy cerca del centro. Nos tuvimos que cambiar de sitio dado que un solidario autocaravanista con un grupo electrógeno - que, dicho sea de paso, llegó después de nosotros y que con el aparcamiento vacio se puso, aplicando el principio del "barco anclado" (aunque todo esté vacio me acerco todo lo que puedo a los que están) se colocó lo más cerca de nosotros que pudo- "amenizando" nuestro merecido descanso con un ruido ensordecedor

La Alberca 2022

Y ahora pusimos rumbo a nuestro destino de hoy y nuestro final de viaje: La Alberca.

Llegamos al área de autocaravanas alrededor de las 12,30. De las cinco plazas destinadas a las autocaravanas, había cuatro ocupadas aunque el resto del aparcamiento estaba casi libre. Pensamos en llevarnos a  nuestra amiga peluda pero hacia mucho frio así que la dejamos dentro. Tras bajar  unos 300 metros nos introdujimos  ya por las callejuelas empedradas tan características de esta localidad.

Era la tercera vez que estábamos aquí y siempre, siempre me sorprende la armonía de todo el conjunto, cuidado con esmero hasta mimarlo. Apenas hay nada que destaque sobre lo demás formando todo parte de un conjunto armonioso, bello y único, y aunque su arquitectura es muy similar a los otros visitados, destaca, como todos, con sus peculiaridades que lo hacen distinto del resto. 

Aquí la piedra parece dominar más, los grandes dinteles  con las columnas, algunas con gravados religiosos,  que se combinan armoniosamente con la madera y el barro. Las viviendas, de tres pisos según ganan en  altura lo hacen en anchura por lo que en el último piso casi se dan la mano los vecinos de una calle y la de enfrente. Abajo, las cuadras, en el primer piso la cocina y sala y en el último, los dormitorios.  

La Alberca es quizás la localidad más grande de la zona, la más armoniosa y, la más reconstruida con mimo y cuidado pero hay que recordar que fue el primer pueblo español declarado conjunto arquitectónico de interés. Entre sus callejuelas proliferan los negocios de recuerdos para turistas y las carnicerías vendiendo embutidos de todo tipo, además de restaurantes y bares, sobre todo en la bonita plaza que ahora, recién comenzada la primavera, carece del adorno colorido de las flores en los balcones. Pese a esta carencia, el conjunto es hermoso y tan solo es deslucido, como siempre, por los turistas, por nosotros, por “la plaga”, que llenamos las mesas de las terrazas. 

Y mientras estamos aquí,  estamos suspendidos en el tiempo, como todo lo que nos rodea y  tratamos de absorber en poco tiempo la belleza de su entorno.

Pasadas las 14 horas decidimos regresar para comer y descansar. Ahora son ya casi las 20,30. Pensamos que íbamos a estar solos en el área por ser domingo, pero hasta hace veinte minutos éramos cuatro, un portugués, un holandés y dos españoles pero de pronto ha entrado un grupo de cinco o seis seguidas. Y me he preguntado donde aparcarían cuando se muevan por estos pueblos, porque si es difícil estacionar una, no quiero ni pensar en cinco. En fin, como nosotros, serán jubilados que disfrutan de una escapada por la zona. Comprobaríamos después que eran gallegos.

Y nos prepararemos para recibir la noche y mañana pondremos rumbo a casa, después de seis o siete días recorriendo las Hurdes para terminar aquí, en las Batuecas habiendo pasado antes por un lugar tan extraño y fuera de lugar en este viaje como es Vilar Formoso.




San Martín del Castañar 2022

Ascendimos por sus callejuelas para retomar nuestro rumbo ahora a San Martin del Castañar

Encontramos aparcamiento a la entrada de esta localidad, junto a la carretera. Una explanada fácil que daba cabida a varios turismos y a una autocaravana portuguesa, curiosamente la que estaba también el sábado  en el área de Vilar Formoso.  Y nos enojamos bastante, porque si bien en el área portuguesa no tenía ningún elemento desplegado, aquí se había permitido el lujo de dejar una escalera pequeña en “V” invertida para acceder más cómodamente y una mesa abierta ocupando lógicamente más espacio del que le correspondería y además, innecesariamente.

Bajamos por una ancha calle donde las jardineras que adornan el paseo muestran frases con palabras típicas de la comarca y posiblemente ya en desuso. Y en dos de ellas, encontré a mis abuelos: “en el buraco dejé las llaves de la puerta”, expresión muy habitual en mi abuelo y luego otra más que me dibujó una amplia sonrisa: “estabas como un zarrapastroso”. Esa, era de mi abuela. A lo largo de nuestro recorrido encontramos más, y de algunas conocíamos su significado pero confieso que de la mayoría no. Original y buena idea que contribuye a no perder esos vocablos tan nuestros.

San Martín del Castañar está igualmente llena de encanto por todos sus rincones, pero…está más reconstruido que Sequeros. La ancha y empedrada calle que tomamos al inicio nos desembocó en una hermosa plaza ahora ruidosa por un grupo de excursionistas, que, vendrán a buscar la paz del lugar, pero ellos dejarían mucha cuando se marcharan.


De esta hermosa plaza, con callejuelas que morían en la principal, igual de bonitas, llegamos a la iglesia y de allí subimos al cercano castillo. Sorprende aquí la plaza de toros, con su tendido de sol y de sombra. Pequeña, peculiar y con la belleza de lo popular y cuidado. Y creo que esta vez no lo he dicho aun en el relato, pero adoro la arquitectura popular, así que estaba disfrutando.

Del castillo nada destacable a excepción de las vistas y de su adaptación recogiendo y ofreciendo información al visitante.

Regresamos ahora sobre nuestros pasos y aunque ya comenzábamos a sentir esa especie de cansancio de los sentidos cuando en poco tiempo se ve mucho  similar, pero no por eso dejamos de perdernos por alguna de sus calles que venían a morir a la principal.

Regresamos al aparcamiento y aún estaba la autocaravana portuguesa así que la dejé en su parabrisas una nota en español e inglés diciéndole que eso era un aparcamiento y no un área y que por tanto, no podían sacarse elementos fuera de la autocaravana. Cada vez nos molestan más  este tipo de comportamientos incívicos e irrespetuosos que hacen tanto daño a nuestro colectivo.

Y  de regreso al 2009

A la mañana siguiente pusimos rumbo al Monasterio de las Batuecas, para realizar la ruta de la cascada del Chorro.
Tomamos la SA-201 hacia el Alto del Portillo desde donde disfrutamos de unas espléndidas vistas
Llegando casi al final del puerto, tomamos una carretera a la derecha en bastante mal estado y que en apenas 100 m nos dejó junto al Monasterio de San Jose de las Batuecas, lugar donde arranca la ruta. Allí estacionamos la auto. Es un aparcamiento pequeño, por lo que recomiendo que se llego a primera hora y se "asegure" la salida, ya que tienden a aparcar sin pensar en los demás.
La ruta tiene una longitud de 5km (solo ida) regresando por el mismo sitio. A la izquierda del monasterio se toma el sendero que discurre entre el propio río y la tapia de piedara del Monasterio, alfombrado todo por un fuerte entramado de raices de alisos que flanquean el curso del agua y que dificultan andar.
El trazado del camino va siguiendo casi en todo momento el curso del río Batuecás y en ocasiones transcurre por el interior de un frondoso bosque de robles y alcornoques.
Antes de llegar a esta cascada, comenzó a apretar el calor y decidimos regresar deteniéndonos antes a disfrutar de las pinturas rupestres del "Canchal de las Cabras"
De ida, se encuentran después de dejar la tapia del monasterio. A la derecha sale un sendero señalizado con un cartel que se desvía y que en unos 60 m asciende bruscamente hasta llegar a este lugar.
Es el más interesante de todo el valle y uno de los de más facil acceso.
Se pueden observar cabras pintadas en color rojo.
Están protegidas por verjas de hierro y la dirección del Parque ha colocado junto a ellas paneles explicativos acerca de las pinturas.
Cuando regresábamos, la gente empezó a "invadir" literalmente este lugar, donde los turismos estaban aparcados en sitios inverosímiles, lo que dificultó nuestra salida.
Pusimos rumbo a lo que sería nuestro último pueblo del recorrido: San Martín del Castañar
Sorprendiéndonos con una sencilla y bonita arquitectura
paseando por sus solitarias callejuelas.
Mª Angeles del Valle Blázquez
Mayo de 2009 y Junio de 2022